17 de septiembre de 2008

1 día

Ya solo quedan unas horas.

Cada noche cuando paseo se me hace más y más sorprendente saber que van a ser las últimas horas que pase en Córdoba, al menos en unos meses... La última vez que miro desde mi balcón a la calle desierta como cada noche, y se apodera de mí una increíble tristeza al pensar que para la inmensa mayoría de mi ciudad, incluso de la gente que me rodea, mi marcha no significará demasiado, casi no se darán cuenta de que ya no estoy. Durante mi vida he ido forjándome tantas expectativas y tantas ilusiones que en este triste final me doy cuenta de que no he sido capaz de encontrarlo aquí. Seguiré buscándolo en Londres, con la siempre agridulce mezcla de desesperación y esperanza.

1 comentario:

borja dijo...

Ah, la eterna búsqueda de uno mismo. Qué puedo decir de eso. Por mi experiencia quisiera aportar solamente una vaga idea: no sirve de nada ser consciente de esa búsqueda y perpetrarla con serias intenciones de finalizarla, porque si alguna vez consigues acabarla con éxito, da exactamente igual. Se nos escapa entre los dedos nuestra esencia, escurridiza y traicionera, porque tal es su naturaleza, y cuando crees que ya has llegado a donde tenías que llegar de repente pierdes el trazo que hasta ese momento has estado siguiendo convencido de que una vez encontrado el camino ya no hay nada nuevo que descubrir sobre uno mismo. En ese momento de soberbia paz interior, de invencible sentimiento de tranquilidad y seguridad, justo ahí es cuando todo se desvanece y te abandona, y no entiendes qué está ocurriendo, y te aturde, y te ciega, y te desespera, y vuelves a ser humilde. If only...

Alguien me dijo una vez que esa búsqueda NO depende del sitio en el que te encuentres, sino que depende tristemente de una supuesta capacidad innata en el ser humano de conocernos a nosotros mismos, de forjarnos una personalidad a nuestro antojo, y conservarla. El truco está en "engañar" a nuestra mente, me dicen, en hacerla creer que uno no está donde está físicamente, sino en otra parte, lejos del lugar de residencia, de todo lo conocido y familiar. Nos apasiona lo extraño. Da igual lo perfecta que llegue a ser nuestra vida que siempre estaremos anhelando el horizonte, entendiendo esto de cualquiera de las maneras posibles.

No sé hasta qué punto será cierto todo esto. Simplemente me apetecía escribir y aportar algo a este diario de abordo, aprovechando el ambiente reflexivo que parece que contagia a todo aquel que lo lee. Se os echará de menos, no os quepa duda de eso, y sufriremos en tal grado vuestra ausencia en nuestro cuerpo que lloraremos sangre y sudaremos lágrimas.

Bueno, dejando ya a un lado el tono lúgubre, pasadlo bien. Ya vereis que todo sale bien y no os arrepentís de haberos embarcado en esta nueva experiencia.